El Maserati Ghibli Hybrid es uno de los coches menos sorprendentes del segmento de lujo. O dicho de otra forma: ya era hora de que Maserati incorporara a su gama su primer modelo con propulsión electrificada. Y es que hasta ahora la firma italiana había ido un poco por libre y seguía ofreciendo versiones «tradicionales»: o gasolina o diésel. Punto.
Lo que ocurre es que, tal y como están los tiempos, la llegada de una versión híbrida al catálogo de la firma de Módena era una necesidad acuciante por muchos motivos. Por ejemplo estéticos, porque hoy en día no quedas bien si en tu catálogo no dispones de al menos una variante «ecológica» (ahora son ya dos, con el Levante Hybrid). Pero también motivos prácticos, porque la UE sanciona cada vez con mayor dureza a los fabricantes en función de las emisiones de CO2 homologadas de los vehículos que venden, de ahí que las marcas con un marchamo prestacional como el de Maserati hayan tenido que ponerse las pilas (lo siento, me resulta imposible evitar la metáfora) para reducirlas a toda costa.
Al final, hay que quedarse con que el Maserati Ghibli Hybrid no es ni más ni menos que una nueva versión que amplía las posibilidades de elección cuando te acercas al concesionario -por cierto, gracias a Maserati Barcelona por cederme esta unidad para la prueba-, y eso siempre es una buena noticia, especialmente cuando las poderosas pero poco refinadas versiones diésel tienen los días contados en el catálogo de Maserati.
Ahora, vayamos a lo que verdaderamente importa: ¿es este híbrido tan Maserati como los demás? Te lo explico a continuación.
He de reconocer que, como aficionado al automóvil, la noticia del lanzamiento del primer Maserati híbrido me despertó sensaciones contrapuestas. Ver una etiqueta «ECO» de la DGT tan cerca del tridente parecía un tanto contradictorio a priori. Claro que, si un Ferrari SF90 con 1.000 CV la lleva, no creo que sea cuestión de ponerse tiquismiquis con esto.
Otra cosa distinta es cuando ves en la ficha técnica que el Maserati Ghibli Hybrid está propulsado por un motor de 4 cilindros micro-híbrido. Es decir, que han tirado del banco de órganos de FCA para desarrollar una variante del bloque usado en los Alfa Romeo Giulia y Stelvio, al que se le ha acoplado un sistema eléctrico de 48V, con un alternador/motor de arranque. Denominado eBooster, su misión, según la marca, es conseguir las prestaciones del V6 de gasolina pero con los consumos del V6 diésel.
Para conseguirlo, funciona aportando una ayuda extra para aliviar el esfuerzo del motor de combustión en determinadas circunstancias, como por ejemplo al salir desde parado, un aporte previo a la entrada en funcionamiento del turbo. Como otros sistemas microhíbridos del mercado, el eBooster se alimenta a través de una batería suplementaria, ubicada en este caso en el maletero, que aprovecha la energía de las frenadas y las deceleraciones para recargarse. Todo normal hasta aquí. Pero es que estamos hablando de un Maserati..
Por eso ahora toca hablar del rendimiento, y empezaré por las cifras: el Maserati Ghibli Hybrid entrega al eje trasero 330 CV de potencia a 5.750 rpm y 450 Nm de par entre las 1.500 y 4.500 rpm. Son valores un punto por debajo de los del V6 (350 CV y 500 Nm) pero muy exquisito hay que ser para percibir la diferencia objetiva de prestaciones (5,7 segundos en la aceleración 0 a 100 km/h, dos décimas más lento que el seis cilindros). De hecho, diría que desde que lo arrancas en frío y mientras recorres los primeros kilómetros, el entusiasmo te inunda como suele ocurrir en cualquier modelo de la firma del tridente. Incluso a pesar de montar una caja de cambios de convertidor de par, de 8 relaciones, de funcionamiento más refinado que rápido, las expectativas creadas son, cuanto menos, prometedoras.
Después, sin embargo, el panorama cambia un poco. A medida que dejamos el ambiente urbano y vamos a la búsqueda de curvas, las sensaciones siguen siendo muy buenas, pero no tan sublimes como las que recuerdo en las versiones más potentes. Ya no es porque la sonoridad del motor, incluso en el modo Sport, pierda cierto protagonismo, sino más bien porque en el tramo final del cuentavueltas la promesa se me quedó un poco corta. Pero tengo que insistir en el contexto: en cualquier otro coche todo esto sería música celestial, pero a una berlina de casi cinco metros que se ha producido en Módena uno le pide algo más.
Da gusto sentarse en el Maserati Ghibli Hybrid. Ya pasaba antes del restyling, pero ahora la sensación de calidad es incluso mayor, aunque solo sea porque la pantalla del sistema de información y entretenimiento tiene mejor presencia. Mejor presencia y un funcionamiento correcto, que no desentone respecto a la usabilidad de un smartphone actual. Pero es que no es solo eso.
La calidad de los materiales se encuentra en un nivel por encima de la media, incluso entre el segmento premium. El tacto de los materiales y sus ajustes impecables hacen que uno no se cuestione el precio que Maserati te hace pagar por su modelo de acceso a la gama. Mires donde mires, tienes claro que estás en un coche con mayúsculas… Si vas sentado delante.
Detrás, la cosa cambia bastante. La calidad no se toca, pero sí la forma en que son tratados los ocupantes de los asientos posteriores. Los 4.971 mm de longitud de su carrocería se han aprovechado para diseñar un larguísimo y espectacular capó, y permiten ubicar el motor en posición muy retrasada, pero el precio a pagar ha sido un espacio posterior un tanto limitado, teniendo en cuenta el tamaño total del Ghibli, y que no hay restyling que pueda solucionar.
En cualquier caso, seguimos hablando de una lujosísima berlina en la que cuatro adultos pueden hacer largos desplazamientos con total confort. Cinco ya no, porque el enorme túnel de la transmisión en la práctica inutiliza la plaza central trasera. Lo que sí da bastante de sí es la capacidad del maletero, de 500 litros.
El Maserati Ghibli Hybrid es la versión de acceso a la gama de Maserati. En su configuración de serie, en España la firma italiana pide por él 82.700 €. A ellos habría que sumar los 12.800 € del estilo GranSport, un paquete que incluye detalles azules en los logotipos y en las llantas (de 20 pulgadas), paragolpes con acabado negro brillante, faldones laterales y paragolpes trasero del color de la carrocería, faros adaptativos full-LED matrix, pinzas de freno en rojo, las levas del cambio, y asientos y volante deportivos.